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Siempre fue muy celosa de su cuerpo. Lo tenía como un objeto sagrado lejos de la vista de los paganos. Nunca se planteó dejar que el sol pudiese deslizarse por aquellas pendientes interminables de su piel. Y sin embargo. Aquel día se puso a caminar por aquella zona descubierta cada día por la bajamar. Nunca lo había hecho, aunque lo había visto miles de veces. Y entonces simplemente dejó caer la camisa. No lo pensó. Simplemente sucedió. Como pasa con la magia no hay una explicación. Simplemente sucede / www.instagram.com/ap_contremo/ / www.facebook.com/Contremofotografia / photonikka.blogspot.com

Creo que antes de este año sólo había hecho una sesión en la que apareciese una tabla de surf y este 2016 dos separadas por muy pocos días. Una estuvo cerca de no realizarse porque no encontraba una tabla (que al final encontré un sitio muy cerca de la playa que me interesaba, en Portugal, y se pudo hacer) y la otra se hizo en Lanzarote, y todas las dificultades que tenía en Galicia para la tabla aquí se resumieron en que Ana es surfera y tenía su propio material. Lo que en unos lados te cuesta en otros te viene dado / www.facebook.com/Contremofotografia / photonikka.blogspot.com

Lava en las venas, viento en los cabellos, surf en el alma Desde mi punto de vista de oficinista veterano a veces envidio a esa gente gente cuya oficina es el mar y la máquina del café queda en el cráter de un volcán. Envidio que en lugar de unos tubos fluorescentes sea el sol el que les ilumine. Envidio que no haya silla que les sirva ni un horario que les ciña. Envidio que no tengan una rutina y que cada día pueda ser diferente.

Te gustaba pasear por la playa a mediados de primavera, antes de que la gente cogiese vacaciones e invadiese tu playa. Porque para ti era tuya, "tu" playa. La playa al lado de la cual te habías criado, donde diste tus primeros pasos, donde el sol acarició tu piel por primera vez. Donde diste tu primer beso y donde perdiste tus primeras gafas. Y nada te gustaba más que ponerte entre aquellos árboles y desnudarte lentamente, mientras con la ropa se iban las preocupaciones. Qué tiempos tan felices aquellos en que la playa sólo estaba a un paseo de distancia. / www.facebook.com/Contremofotografia / photonikka.blogspot.com

Recuerdo el día de aquel paseo. Había sido un invierno largo y frío, de esos que parece que jamás van a terminarse. Me había pasado meses encerrado en casa o haciendo planes bajo techo. Me había pasado meses más pendiente del paraguas que de hacer planes. Y aquel día, el sol salió y la mañana despertó agradable. Cogí mi chaqueta y me fui a pasear por la playa, por primera vez sin miedo a ser atrapado por la lluvia. Recuerdo que fue el día en que la conocí. Había sido un paseo largo y cálido, de esos que no quieres que se terminen. Me había pasado toda la mañana caminando y haciendo planes para la tarde. Me había pasado horas más pendiente de hacer planes que de la gente que estaba en la playa. Y entonces el sol salió y vi aquella mirada agradable. Me quité la chaqueta y dejé de pasear por la playa, por primera vez sin miedo a ser atrapado por una sonrisa. / www.facebook.com/Contremofotografia / photonikka.blogspot.com

El verano ya se ha terminado, y aunque aún tendremos unos cuantos días de buen tiempo sabemos que serán los últimos. Se acabó pasear con ropa fresca y tocará desempolvar abrigos y gabardinas, recuperar los jerseys de punto y volver a dar grasa a las botas. Y seguiremos paseando, porque lo que importa no es la temperatura sino disfrutar de lo que el mundo nos ofrece. www.facebook.com/Contremofotografia / photonikka.blogspot.com

Esta es la historia de una portada de un libro que nunca fue. Desde siempre tengo la norma de considerar que si una cosa es demasiado buena para ser cierta probablemente no lo será. Hay excepciones, pero normalmente va a ser así. El caso es que hace un par de años, a mi vuelta de Madeira, alguien me ofreció una cantidad de dinero que me parecía fuera de mercado por una de mis fotos. A pesar de venir desde un mail situado en un dominio de una potente empresa de publicidad en Portugal no me fié. Y pregunté a gente que se dedica a ese tipo de fotos para estar seguro. Naturalmente, cuando me pidieron la foto a "máxima resolución" para "evaluarla" se la envié con una marca de agua gigantesca que la hacía inusable. Nunca más se supo de ellos. Pues con esta foto tres cuartos de lo mismo: me ofrecen hacer la portada de un libro, me ofrecen una cantidad de dinero que me parece fuera de mercado y casi sin ver mis fotos. Naturalmente, desconfío. Pero se me da por seguir adelante y contacto con una amiga modelo para hacer las fotos, explicándole lo que se nos pide y lo que me temo, sin engaños y sin promesas. Total, que así también teníamos excusa para vernos y hacer unas cuantas fotos, que siempre mola. Hago las fotos, envío una miniatura con una marca de agua estruendosa y se elige la foto de portada (creo recordar que fue esta). Y amigo, cuando se tiene que pagar el anticipo que habíamos hablado, incluso viendo que la foto le vale, nuestro amigo "editor" dice que no va a pagar ningún anticipo porque depende de las ventas. Cuando le decimos que el anticipo es irrenunciable (en el peor caso algo cobras) y que no nos vamos a arriesgar a dar nuestro trabajo gratis y confiando en la buena fe de los demás ni intento de negociación, ni nada. Un simple gracias y hasta luego. Menos mal que tenía muchísima prisa en sacar adelante el tema porque los plazos se le echaban encima. Moraleja para todos los fotógrafos y modelos que me lean: el trabajo no se regala. Si alguien te ofrece una cantidad sustancial de dinero por una foto tuya piensa que hay gente mucho mejor que tú que no cobra eso, que hoy en día hay fotos de stock para casi todo y que posiblemente alguien está intentando aprovecharse de ti. Pues no les dejéis. www.facebook.com/Contremofotografia / photonikka.blogspot.com

Vivía en una zona rural. Un lugar de esos que la gente fue abandonando poco a poco para irse a las ciudades a ganarse la vida. Pero ella había conseguido mantenerse en su tierra de siempre, pegada a los paisajes que conocía de toda la vida. Le gustaba pasear al lado del río en los días de calor. Esos días en que las playas se masifican y los coches se vuelven hornos ella simplemente salía de casa y caminaba. Y caminaba, y caminaba. Y cuando le apetecía se paraba, se desnudaba y se metía en el agua a refrescarse. El agua fría vivificaba su piel y activaba su circulación, antes de sentarse en una roca y dejar que el sol la secase. ¿Quién puede preferir una playa donde tienes que pelearte por colocar una toalla cuando tienes el paraíso para ti sola? / www.facebook.com/Contremofotografia / photonikka.blogspot.com